La Educación en Neurociencia del Dolor ha venido para quedarse.
Actualmente, se calcula que un 20% de la población española sufre dolor persistente (dolor crónico). Es decir, 1 de cada 5 personas. Hay fuentes que aseguran que la cifra es mucho mayor, pues en esa cifra tan sólo cuentan las personas que están en unidades de dolor y no las personas que sufren en la sombra. No podemos ignorar el impacto económico que esto conlleva en nuestra sociedad. El dolor crónico supone un coste anual de casi 16000 millones de euros. En EEUU el coste en tratamientos de personas con dolor persistente (dolor crónico) supera el coste del tratamiento de patologías cardíacas, VIH, Diabetes tipo 2 y cáncer juntos.
Cada vez hay más artículos científicos que evidencian que el dolor se origina en el cerebro y no en el tejido que supuestamente está dañado. Hemos aceptado socialmente que si siento dolor en alguna parte del cuerpo es porque ahí “pasa algo”. La evidencia científica nos ayuda a actualizarnos y a comprender mejor cómo funciona nuestro organismo. La ciencia demuestra que esta teoría se ha quedado obsoleta y, por tanto, debemos cuestionarnos que nuestras creencias sobre dolor pueden no ser del todo correctas.
Educación en Neurociencia del Dolor como nuevo enfoque, con el paciente con un rol protagonista
Hace años que la investigación ha puesto el foco en estudiar los procesos biológicos detrás del dolor, sobre todo en el dolor persistente. Se ha avanzado mucho respecto a los funcionamientos por los cuales el paciente siente ese dolor que puede llegar a ser tan limitante. Un nuevo enfoque ha venido para quedarse. El que el paciente asume un rol de protagonista y se hace responsable de su curación. Desde esta visión a información y la comprensión del funcionamiento de nuestro cuerpo son la base para la efectividad del mismo.
Este nuevo enfoque recibe el nombre de “Neurociencia en Educación del Dolor”, PNE por sus siglas en inglés. Se trata de explicar al paciente los procesos por los cuales su organismo genera un dolor que no tienen ninguna utilidad. El paciente pasa de esperar que “algo” de fuera le cure a comprender como depende de él esta curación.
Resultados esperanzadores.
En 2019 la doctora María Barrengoa lideró una investigación que buscaba evaluar la efectividad de una intervención grupal realizada en atención primaria. Esta intervención estaba basada en la Educación en Neurociencia del Dolor. Se medía la reducción de áreas de dolor, la gravedad de los síntomas de los pacientes con Fibromialgia y el impacto que la enfermedad produce en la capacidad funcional de estos pacientes.
Los resultados no pudieron ser más esperanzadores, ya que mostraron que una intervención grupal basada en Educación en Neurociencia del Dolor aplicada en atención primaria produce una importante disminución del impacto de la Fibromialgia en la funcionalidad y estado de ánimo. Se evaluaron mediante el cuestionario FIQ, que es el indicador más recomendado en estudios de investigación en pacientes con Fibromialgia. Asimismo, se objetivó un significativo descenso de las áreas de dolor y de la gravedad de los síntomas.
La fisioterapia es pionera en este nuevo abordaje terapéutico.
En el año 2020, dos profesores del Máster en Fisioterapia Manual de la Universidad de Valladolid, Miguel Ángel Galán y Federico Montero, publicaron en la revista Journal of clinical of medicine los primeros resultados del mayor ensayo clínico desarrollado en el mundo hasta la fecha que aborda el dolor crónico sin la utilización de fármacos. Junto a ellos participó también la profesora Carmen Coca, de la Facultad de Fisioterapia de la UVA. En él se emplea la Educación en Neurociencia del Dolor y el ejercicio físico. El estudio se publicó en la sección de Anestesiología de esta revista, una de las más prestigiosas del ámbito clínico.
Los participantes de este estudio lograron mejorar su calidad de vida, su funcionalidad y su intensidad del dolor. A la vez que reducían el consumo de fármacos, lo que supone un avance importante en este campo. Destacar también que incluso tres cuartas partes de ellos han conseguido niveles de calidad de vida similares a los de la población asintomática de su misma edad y género. Además, se realizó un seguimiento en 12 meses posteriores al programa y los pacientes continuaban con este estado mejorado.
Un problema con solución.
El dolor persistente (dolor crónico) supone un grave problema que afecta a una parte importante de la población y que tiene consecuencias muy limitantes en las vidas de las personas. Con este nuevo enfoque se está abriendo las puertas a una transición entre un enfoque pasivo, en el que los pacientes eran sujetos inactivos, a un enfoque activo, en el que los pacientes son protagonistas absolutos de su recuperación.
De cada uno de nosotros depende de qué parte queremos estar.